La libertad es tan difícil de conseguir como fácil de perder.

Dios nos dio la voluntad; la voluntad, la libertad, y ésta, el mercado.El mercado nos hizo libres, y el Estado nos llevó a la esclavitud.

Trabajador, si los políticos nada más ayudan a los empresarios, ¡HAZTE EMPRESARIO!

miércoles, marzo 24, 2010

Debates liberales entre jóvenes: entre el corazón y la mente

LLevo varias conversaciones con compañeros y amigos sobre la conveniencia del mantenimiento del Estado actual y de la necesidad de una Seguridad Social Pública.

Todos coinciden en que es necesario una mejor gestión del bien público, que los caraduras que están en la vida política se tendrían que retirar y que es necesario que lo público sea visto como propiedad de los ciudadanos, y no, como un todo de nadie.

Los representantes políticos son reflejo de la sociedad representada: economía sumergida-corrupción, ministros sin titulación ni cultura- sociedad poco ambiciosa en todo los ámbitos, despilfarro público- no hay gastos contenidos (ahorro) en las familias... y los debates políticos son muestras de las discusiones barriobajeras y de mercadillo.

Cierto es que, tratar objetivamente temas con tanta carga subjetiva, es complicado incluso para un proyecto de liberal convecido.

Siempre, con el corazón en la mano, surgirán preguntas: ¿Cómo se le puede decir a un familiar que tiene un ser querido gravemente enfermo que no le pueden atender por temas económicos?

Debemos exigir responsabilidad a nuestros familiares, amigos y entorno para que luego no haya sobresaltos. El juego del mercado no es solo oferta y demanda; en el libremercado y en la actuación voluntaria de las partes hay implicado limites morales (principios generales del derecho y responsabilidad personal de las partes). Y estos limites son los que los antimercado no quieren ver, porque no lo quieren aceptar o porque no les interesa.

Los estereotipos "progre-socialistas" de que el empresario es un ser que nada más quiere lucrarse explotando al trabajador y al cliente demuestran que estos clichés no tienen base real en la marcha de un libremercado real, y por lo tanto, no debemos hacer caso a ellos.

Pero no hacerles caso no quiere decir que no debamos mostrar al pueblo (individuos y familia) el poder que tienen, libre y voluntario.

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